X era un niño de 5 años que llegó a nosotros en 2008. Había recibido un diagnóstico de "autista con PDD leve" de la Spastics Society de Karnataka. Tenía enormes dificultades para comunicarse con otros niños. El contacto básico con otros niños era problemático. Básicamente, sólo se comunicaba con adultos. Esa comunicación era a menudo repetitiva - ecolalia. Repetía las preguntas. Cuando obtenía una respuesta, era como si no hubiera oído nada; simplemente repetía la pregunta otra vez. Le costaba comunicar lo que quería a sus padres. En .... también se producían a menudo ataques de frustración extrema y gritos, cuando no podía comunicar lo que quería y cuando los padres no podían entender qué era exactamente lo que intentaba decir. Algo que otros niños y el resto de nosotros damos por sentado, un simple "tengo hambre", le resultaba imposible de decir. La madre estaba preocupada por la barrera del idioma. El pequeño sólo hablaba kannada y muy poco inglés. Le dije que no se preocupara, que nos las arreglaríamos con la traducción, y le pedí que lo llevara a una prueba de comprensión oral. En el primer LT, nunca olvidaré cómo la madre le frotaba literalmente los ojos para intentar traerlo al aquí y al ahora, porque estaba en otra parte, en otro mundo. Era el niño más mono, con el corte de pelo más mono. Empezamos la Escucha Tomatis con ellos. El primer avance se produjo al final del primer bloque de 3 semanas. Le dijo a su madre en Kannada "Tengo hambre, dame bocaditos de arroz". Cuando lo oí, supe que había dado el primer paso. Después fue un largo proceso paso a paso.
Los padres y a veces la madre con los abuelos, tenían que seguir volviendo a Auroville (India) cada 2 meses más o menos. Poco a poco, empezó a expresarse cada vez más. Al final de otro bloque, hizo un gran avance y abrazó a otro niño. A partir de entonces, no hubo quien le parara. En la guardería, empezó a jugar con los otros niños en el arenero. Incluso se atrevió a besar a los otros niños. El nivel de compromiso de los dos padres era increíble. Me asombraron. Su paciencia, su compromiso, su voluntad y apertura para intentarlo, su confianza, todo lo que hicieron por él. Cuando tuvimos nuestra nueva oficina, pude hacer Terapia Nocturna con ellos.
La terapia nocturna nos permite hacer intervenciones que de otro modo serían difíciles de hacer durante el día. El pequeño llegaba a las 8 de la tarde en pijama y se iba a dormir a una de las habitaciones con los auriculares puestos. Le hacía mucha ilusión escuchar a Mozart. A veces se le escapaba alguna lágrima. A veces su cara parecía muy triste, como si arrastrara una profunda tristeza desde muy lejos. Pero poco a poco, eso también empezó a desaparecer. A medida que trabajábamos, empezó a tener más sentido de sí mismo, más confianza, más expresión...
Y hace poco, en su último bloque de este año, los padres me dieron la buena noticia: para entrar en un nuevo colegio, tenía que pasar una serie de pruebas psicológicas. ¿Adivinan qué? Le declararon oficialmente "¡Ya no es autista!
No hay palabras para describir la alegría de oír eso. No hay palabras para describir la alegría de oír eso.
Autor: Mita Radhakrishnan
Publicado: 2009